Comida con la
Asociación de Pensionistas “Gonzalo Murillo”
en Trujillanos.
El día 14 de diciembre de 2019 fui invitado por la Presidenta
de la Asociación de pensionistas que lleva el nombre de mi Padre, Gonzalo
Murillo Garcia, a la comida que este dia celebraba la citada asociacion, comida
a la que asistimos mi mujer y yo.
Titulo este articulo como “Un día inolvidable”, por la gran
acogida que nos brindaron todos y cada uno de los asistentes, mostrándonos un
inmenso cariño y algo que me llamo mucho la atención, todos recordaban a mi
Padre como si fuera ayer, cuando han pasado más de setenta y cinco años, que
anduvo en ese maravilloso pueblo, ejerciendo la profesión de Maestro Nacional,
como a el le gustaba que le llamaran.
Cada uno me contaba una anécdota, de mi Padre y todos me
resaltaban una, sobre el incendio de un autobús de línea que el presencio,
estando con sus alumnos en el campo y que gracias a el se salvo una niña de
morir abrasada entre las llamas.
Otros me contaban cuando mi padre y mi madre, también
maestra, de ese pueblo, se hicieron novios, el iba a verla y a hablar por la
reja de una ventana y así seguiría con tantas cosas que me contaron y que lo
hicieron con gran sentimiento y cariño hacia la persona de mi Padre y eso que
ellos no fueron alumnos si no sus padres, algo precioso y emotivo que jamás
olvidare.
Al final de la comida me hicieron un homenaje:
Se leyeron sendas cartas a cual más bonita, que por mucho que
lo intente, no pude evitar el derramar alguna lagrima.
Tras las lectura se me nombro Socio de Honor de la
Asociación, entregándome, tanto placa conmemorativa y el carnet acreditativo
como tal socio, creo que ha sido de los momentos más emocionantes de mi vida,
por todo cuanto significaba para mí el recibir tan distinguido nombramiento,
que espero no defraudar jamás y seguir compartiendo algunas veladas con la
Asociación y estando siempre a disposición de la misma.
Lógicamente tuve que dirigir unas palabras de agradecimiento,
que sin llevar nada preparado, pues no sabia que se me iba a realizar tal homenaje, y con la emoción de todo lo ocurrido, espero
haber sabido transmitir, al menos parte del gran agradecimiento y cariño a
todos y cada uno de los allí presentes.
Quiero agradecer a la Presidenta de la Asociacion, Doña Atanasia
Lopez Zambrano, a toda la junta directiva y a todos los asistentes por hacer
para mí un día inolvidable, por las muestras de cariño percibidas hacia mi
persona y hacia mi mujer y sobre todo, por el cariño, respeto y admiración que
me hablaron de mi padre.
Con nada podre pagar lo feliz que me hicisteis ese día,
una vez más gracias a todos, recibir un
gran abrazo y siempre estaré junto a vosotros.
Manuel Murillo.
Placa que me fue entregada:
Estas son las lecturas que se hicieron tras la comida.
PRIMERA LECTURA:
Buenas tardes
Me han indicado que debo pronunciar en este acto unas
palabras, a ser posible, breves y directas.
Por ello me limitare a decir, que hoy es un dia importante
para muchos de los habitantes de Trujillanos.
Es el memento de agradecer el excelente trabajo de un hombre
que se dedico a enseñar a nuestros padres.
Dicen que todo el que recuerda su propia educación recuerda a
un maestro. El maestro es el autentico corazón de un pueblo.
Don Gonzalo Murillo fue durante bastantes, bastantes años
nuestro corazón.
Trujillanos quiere recordarlo con aprecio pero sobre todo con
gratitud porque supero adversidades, aconsejo y enseño lo que realmente era importante
para las anteriores generaciones.
Que vital era en aquel memento poder defenderse con la
escritura, aprender a sumar o multiplicar (las famosas cuatro reglas) que daban
a nuestros padres una independencia o como se decía en aquel memento, poder
defenderse en la vida.
Hoy podemos decírselo a su hijo.
Hoy, si la propia Asociación de Pensionistas, realiza
concursos de pintura o múltiples actividades culturales, no podemos olvidar que
la simiente la puso tu padre Don Gonzalo Murillo, con su vocación de autentico
maestro, de un excelente enseñante y de una gran persona.
Gracias a tu padre pudimos avanzar, pudimos ser útiles a
nuestras familias y un nuestro querido pueblo. Pudimos, en definitiva, soñar.
Muchísimas gracias
SEGUNDA LECTURA:
DON GONZALO MURILLO
GARCÍA.
Estimados socios, directiva de la
Asociación, Sr alcalde, autoridades. Es para mí un honor que me conceda la
oportunidad de hablar de mi pueblo y de sus gentes.
Maestros hemos tenidos muchos y muy
buenos. En la memoria de todos queda el buen hacer de Don. Felipe, Doña Gero,
D. Guillermo, Doña Dolores, pero hoy nos toca hablar de un maestro excepcional,
de Don Gonzalo Murillo García.
La mayoría de sus alburnos ya no
viven. Decir que lo recordaban con cariño, cuando vivían, seria inexacto,
teniendo en cuenta que todos ellos hablaban con veneración de aquel
fuentecanteño al que los avatares del destino dejo caer en Trujillanos. Llego
joven, y dicen que fue aquí donde encontró el amor, en los brazos de una
maestra de niñas, llamada Elisenda. Todos los atardeceres, los lugareños veían
acudir al enamorado a la ventana de su amada, donde se tejían sus planes de futuro;
eso sí, separados por la férrea reja, dispuesta para limitar las caricias de
las enamorados.
Suponemos que aquellos niños de
Trujillanos serian como todos los alburnos del mundo: "unos potrillos,
como decía el hispano universal, Seneca a los que no había que tratar con
dureza, lo mismo que no se debe tratar con mano dura a los caballos que se
doman". Séneca, en fin, recomendaba a los educadores que actuaran con mano
firme pero suave, justo como debía hacerlo
un domador de caballos.
Parece que Don Gonzalo fue un
excelente educador de niños. Si en la conformación de la personalidad de los
hombres, el padre representa la honradez, el esfuerzo, la templanza, la
virtud... y la madre, la dulzura, el amor, el regazo siempre dispuesto a
acogernos, el maestro es el tercer elemento que, junto a los padres, modela la
personalidad del futuro ciudadano.
Dicho lo cual, parece obvio que,
también a los maestros que nos educaron, les debemos los bachilleros buena
parte de los valores que nos distinguen, de esa esencia bachillera que destila
cada uno de nosotros. Don Gonzalo se desvelaba por conducir por el buen camino
a aquellos niños entregados por sus padres para su educación. Los introdujo en
los entresijos de la literatura de las matemáticas, de los dictados y de aquella
naturaleza exuberante del Trujillanos de antaño.
Con ellos, los jueves por la tarde,
recorría los caminos bordeados de rojas amapolas, las dehesas cuajadas de
cantuesos, las charcas tapizadas de inmaculados ranúnculos, las siembras
mecidas por el viento. . . . Paisajes descritos magistralmente por Don Felipe
Trigo, un medico metido a literato que, gracias a su afición a las letras, nos
regalo a las generaciones futuras una vivida descripcion de la sociedad de hace
décadas, de los paisajes de nuestro entono, de sus aguerridos mozos, de su
bellas mujeres con sus cabelleras adonadas con la verde albahaca, de sus
zaguanes inmaculados, atiborrados con los rojizos productos de la matanza. Y es
que Trujillanos ha sido siempre un pueblo acogedor; tan acogedor como para el
propio D. Gonzalo renunciara a la plaza que le habian concedido para
trasladarse a su pueblo, Fuente de
Cantos, para seguir entre nosotros.
Gran amante de la virtud, no olvidaba
leerles a sus alumnos las fabulas que acababan siempre con una sabia moraleja.
Fabulas de maestros tan excelentes como
Samaniego o como aquella de Esopo, sobre la encina y el junco, que
terminaba con una lacónica moraleja: "Todos tenemos cualidades que nos
distinguen y nos hacen especiales. Siéntete a gusto con ellas y saca partido de
tus talentos, pero nunca menosprecies a los demás por no ser como tu".
Cuentan uno de los alumnos, que
todavía lo recuerda, que Don Gonzalo era un hombre sencillo. Trasladada doña
Elisenda a Badajoz, le pedía a uno de sus alburnos, Manuel García Benito que lo
acercara con su burra a la estación de Mérida, done cogia el tren que le
llevaba al lado de su esposa y de sus amadísimos hijos. Pasado el tiempo, el
buen maestro pidió traslado a Badajos, pero nunca se olvido ni de! pueblo donde
había enseñado ni de sus alumnos.
Por circunstancias de la vida aquel
niño taxista se convirtió en Guardia civil. Prestaba sus servicios en Sevilla,
donde casualmente conocio a una de las hijas de su venerado maestro. Como se
dieran las direcciones, una de las veces que don Gonzalo y doña Elisenda
visitaron a su hija y a su yermo, que trabajaba en los ministerios de la Plaza
de España sevillana, aprovecharon para presentarse en casa de su alumno, con el
exclusivo deseo de saludarlo. Hablaron largo y tendido y al despedirse, don
Gonzalo, tuvo la gentileza de felicitar a su alumno por haberse casado con una
mujer tan guapa.
Señor, debe usted sentirse orgulloso
de su padre; tan orgullosos como nos sentimos nosotros de que nuestra asociaci6n de mayores lleve el
nombre de don Gonzalo Murillo García.
Muchas gracias.
Como pueden todos imaginar, para mí un día imborrable en mi
corazón, el ponerle en su día a la Asociación el nombre de mi Padre ya es un gran honor,
para sus hijos y para mí, el ser nombrado Socio de Honor, me inunda de
felicidad, agradecimiento y cariño hacia todas las personas de este Pueblo al
que mi Padre tanto y tanto quiso.
Recuerdos de una epóca:
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